'Otra batalla tras otra' - El Nota se va a la guerra

'Sydney' y 'Embriagado de amor' son las dos únicas películas de Paul Thomas Anderson (PTA para los amigos) que duran en torno a 90 minutos. Todas las demás superan las dos horas de duración, algunas incluso de manera tan amplia como sin ir más lejos lo hace 'Otra batalla tras otra', película que dura lo mismo que 'Wicked: Parte uno'. Sin embargo, la sensación que transmite una y otra es diametral y sensiblemente distinta...
¿Se acuerdan de El Nota, de 'El gran Lebowski'? Leonardo DiCaprio compone su particular versión del icónico personaje inmortalizado por Jeff Bridges, en lo que podríamos describir como la particular versión de PTA de una comedia negra de los hermanos Coen. Su "gran Lebowski', por más que esta "etiqueta" se quede corta para abarcar el esplendor de la que probablemente acabará siendo la película más popular del cineasta norteamericano.
Como tampoco es fácil reducir a unas pocas palabras la que, seguramente, es también la obra más popular de los Coen. No es para menos, pues al igual que 'Otra batalla tras otra' es una de las más completas (y disfrutables) de sus respectivos responsables. En la de PTA nos encontramos a un Nota que tiene una hija y la paranoia de guerrilla de Walter Sobchak, y un villano que cree que SU vida tiene significado, propósito y/o valor intrínseco.
Como lo tiene la propia película, una agresiva arenga sociopolítica un tanto nihilista centrada en personas y no en polémicas; en la supervivencia y no en la confrontación. Una "no-sátira" de tintes (sur)realistas mucho más efectiva, convincente y contundente que 'Eddington' del fracturado tejido socioideológico de Estados Unidos que no deja el espectáculo para el final, sino que lo entrelaza y envuelve con su narrativa de una manera orgánica y natural.
También furibunda y vehemente, dispuesta con gran pulso y nervio por un PTA cuyas dotes para el suspense dramático y la incertidumbre cinética pueden sorprender tanto como el que las mejores baladas sean de grupos de rock. El que sabe, sabe, y no debería de sorprender que quien se atrevió a meter una lluvia de ranas en un presunto dramón de tres horas se anime con, entre otras, una ya mítica persecución de coches con aroma a clásico.
Lo que transmite 'Otra batalla tras otra', aroma a ese clásico moderno que 'Puro vicio' se quedó con ganas de ser. De hecho, 'Otra batalla tras otra' podría ser un cruce entre lo que parecía querer ser aquella -también inspirada en una novela de Thomas Pynchon-, la trilogía que puso a Taylor Sheridan en el mapa -'Sicario', 'Comanchería', 'Wind River'- y por supuesto los Coen de Lebowski, pero también de 'No es país para viejos'.
Una vibrante, enérgica e intensa película que dura lo mismo que 'Wicked: Parte uno' pero que sin embargo parece durar la mitad, y que tras un pequeño receso después de un gran prólogo de unos 40 minutos apenas se toma un momento de tranquilidad; más, no por ello, y sin nunca aflojar como thriller, deja de dotar de carácter, personalidad y entidad propia a cada personaje; de fundamento, volumen y relevancia a prácticamente cada escena.
'Otra batalla tras otra' nos deja tan satisfechos como a la vez con ganas de más, en una de esas películas que uno tiene seguro que volverá a ver, toda vez que su estilizado e impactante desahogo no deja de crecer en nuestra cabeza. Porque, una vez ya sumido en el caos de una sociedad kamikaze, quiere envalentonarse en el mimo, cariño y que se ha puesto en cada ingrediente, personaje, interpretación o escena, pasando por la fotografía o la banda sonora.
Por Juan Pairet Iglesias
@Wanchopex



