La puesta de largo como directora de la actriz Eva Víctor -a la que reconoceréis por 'Billions' y 'Super Pumped'- es de una tibieza en apariencia algo ambigua y descomprometida que resulta tan sugestiva como algo deslucida. Su sinopsis menciona que a Agnes le pasó "algo malo". Pero que la vida sigue. Para todos. Pero sobre todo para ella.

La vida pasa. La vida mancha.

De ese "algo malo" al que hace referencia su sinopsis, y que marca al personaje de Agnes tanto como a la película, irremediablemente y con razón, surge una vuelta de tuerca a las narrativas sobre abusos sexuales; de una manera no lineal saltando de año en año con la que esquiva el tremendismo, el sensacionalismo y/o los estereotipos habituales.

Víctor se desmarca del populismo y la "institucionalización" -por así decirlo- de manera sutil y algo escurridiza. Lo que le da voz, voto y relieve como obra en sí misma, como una obra con voz, voto y relieve propios -y al margen de cualquier causa- es su abierta calidez tirando a grisacea sobre un tema que tiende a una bipolaridad servida a viva voz.

Una suerte de 'Caza de brujas' para pobres y de andar por casa, mucho más cercana, humilde y empática que no trata de polemizar, aleccionar o politiquear. Sólo recordarnos, con ternura y templanza, también con reflexiva ponderación que toda posible causa empieza y acaba con personas de carne y hueso. Porque, en resumen, de eso se trata.

De personas, no de causas.

Por Juan Pairet Iglesias
@Wanchopex

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