Érase una vez en Cannes
Vía Festival de Cannes
por reporter 15 de mayo de 2014
Todo es falso. Todo. Será que, tal y como nos habían advertido, las apariencias engañan. En Cannes, por ejemplo, que es LE Festival; que es el festival de festivales (y que por supuesto es el reino de las apariencias), la gente mendiga con el smoking puesto. ''Suit up!'', como diría aquel genio... aunque sea para, repetimos, pedir limosna. Se da, un año más, la postal típica en las afueras del Palais: una horda de gente desesperada (son lo que son) espera estoicamente bajo el sol abrasador (o bajo la inclemente lluvia torrencial, depende del día) a que un miembro de la prensa acreditada, o a que un profesional del sector (o ''alguien'', quién sea) se apiade de ellos y les regale una invitación para asistir al pase de su película más esperada (la que sea, créanme). Y es que al Palais no entra cualquiera, antes hay que haber convencido a la organización (contando la verdad o mintiendo cual bellaco, de nuevo, todo vale) de que uno merece estar ahí...
Y una vez se ha conseguido, permiso concedido para sentirse insultantemente superior a esos pobres pardillos; a ese atajo de mindundis que no lo han logrado y, claro, pobres, tienen que aprovecharse de la generosidad de nosotros, los acreditados, los amos, para poder llevarse a la boca un par de migajas... Se siente uno, en definitiva, como el más distinguido miembro de la realeza. ¿O acaso no debe pensar esto cualquier monarca que ahora mismo tenga sus ilustrísimas posaderas asentadas sobre cualquier trono que, incomprensiblemente, siga teniéndose en pie? Al grano: la 67ª edición del Festival de Cine de Cannes, que es LE Festival; que es el festival de festivales (y que por supuesto es el reino de las apariencias), ha empezado con una película basada en hechos reales... pero que al mismo tiempo proclama por todo lo alto que es ficción pura y dura. 'Grace of Monaco' tenía efectivamente todos los elementos para ser presentada en sociedad en este certamen... lo que ya es más cuestionable es el que se le haya concedido el honor (?) de figurar como la película de inauguración... por muy alejada de la competición (y gracias a Thierry...) que se la haya querido poner.
Porque resulta que sí, que lo nuevo de Olivier Dahan tiene -casi- todos los ingredientes necesarios para que se le despliegue aquí la alfombra roja. A saber: polémica (como casi siempre en los proyectos a los que los Weinstein, pero sobre todo Harvey, les hayan puesto sus afiladas zarpas encima) y glamour. Esto último viene servido a la vez por otros dos factores. El primero es obvio (hablamos de un biopic dedicado ni más ni menos que a Grace Kelly), ¿y el segundo...? También: en el elenco encontramos a nombres de la talla de Frank Langella, Tim Roth y sobre todo, y por supuesto, Nicole Kidman. Pero ojo, hay trampa. Porque todo es falso. Todo. Y en una película que se presenta en Cannes y que a pesar de estar basada en hechos reales / históricos dice ser ficticia, aún más. Por ejemplo, la sinopsis exige más concreción: no es que se nos hable de Grace Kelly; en realidad sólo interesa su Serenísima Majestad, la Princesa Grace Kelly de Mónaco.
Nicole Kidman, por cierto, y por si alguien no se había enterado aún, no es australiana, sino hawaiana. Es más, cuando era pequeña, solía decirles a sus amigos que nació en Waikiki Beach, en Honolulu... cuando en realidad su madre la parió en un hospital. Y hay más: Nicole no se llama Nicole, sino que su nombre en realidad es Hokulani. ¿Y Grace? Por lo que nos cuenta Monsieur Dahan, no fue nadie; es decir, fue una grandísima mentira. Parece ser que Grace Kelly nunca existió, al menos no como ser humano. Es por esto que 'Grace of Monaco' no nos habla de una persona, sino de una actriz que hace lo que mejor se le da: interpretar. Como esposa, como madre, como princesa... incluso como actriz. Grace Kelly fue un recipiente, o mejor dicho, fue el líquido que tan bien se adaptaba a la forma del contenedor requerido. Hasta aquí la tesis del filme. La ejecución nos habla de algo ligeramente diferente: Grace Kelly no fue una mujer, sino una muñeca. Pero una cualquiera, sino la más especial, básicamente porque era compatible con todos los modelos del mercado: la Grace Kelly mamá; la Grace Kelly esposa-mil-maravillas; la Grace Kelly princesita... incluso la Grace Kelly actriz-ganadora-del-Oscar.

por Víctor Esquirol Molinas
P.D.: Mientras, en el Marché du Film...
