'Si pudiera, te daría una patada'
Su título original puede inducir a error, ya que "If I Had Legs I'd Kick You" remite a otra temática y a otros títulos como 'No te preocupes, no llegará lejos a pie'. Mucho más acertado su título español, 'Si pudiera, te daría una patada', ya que resume perfectamente el sentir de su protagonista: Una mujer desbordada por el nacimiento de su hija con una enfermedad misteriosa, la ausencia de su marido y una casa difícil de habitar.
La segunda película de Mary Bronstein es, dicho a pelo, un crudo retrato teñido de abrasivo humor negro sobre las complejidades y locuras propias de la maternidad. Algo así como el reverso tragicómico y poco complaciente de 'Canina' en el que realmente la "maternidad es una perra". En esta película sí que lo es, ciertamente, en una representación muy intensa y enérgica del "cómo ser madre y no morir en el intento".
Tanto como lo es la notable y entregada interpretación de Rose Byrne, en una de esos filmes que parecen ideados sólo para el lucimiento de su protagonista que en su caso, además, establece un contraste muy curioso con su labor en la mucho más amable y buenista 'Platónico'; el tipo de papel de la simpática y amable vecina de al lado que tanto parece le pega... a la que la maternidad, esa perra, ha terminado sacando de quicio.
Pero, 'Si pudiera, te daría una patada' es un retrato ácido, crudo y amargo de una maternidad desbordada por las circunstancias en el que no sólo brilla Byrne, por más que todo el peso recaiga sobre ella; también lo hace la enérgica y desaforada sensibilidad con la que Bronstein lo transforma en un agobiante relato de terror cotidiano sustentado en la rutina sobre la que gira nuestro día a día y el pánico a aquellos que más amamos.
Una sensibilidad capaz de quedar resumida en un solo plano, el último, y que pone la rubrica de oro a una película tan sólida y solvente como convincente y eficaz a la hora de contar lo que cuenta. Algo tan simple y a la vez tan potente como para poder resumirse en una mirada. Un gesto muy sencillo y cotidiano que, sin embargo, en el contexto adecuado, como el que construye Bronstein, puede resultar tan expresivo como emotivo.

