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'El ferrocarril subterráneo' - Una GRAN serie

Vía El Séptimo Arte por 15 de mayo de 2021
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'El ferrocarril subterráneo' es una muy buena serie. Una muy buena serie a la que eso sí, le pesa (un poco) la responsabilidad de tener que ser, o más bien, la responsabilidad de sentirse obligada a ser una gran serie. "Se nota" que sus responsables están totalmente convencidos de que se trata de lo que se dice una "gran serie", sobre todo, porque eso es lo que tiene que ser. No hay alternativa, lo que provoca que al menos en ciertos momentos esta "grandeza" que realmente posee la mayor parte del tiempo resulte algo "impostada", algo "artificiosa".

Quiero decir, no es una "gran serie" como 'Better Call Saul', 'Antidisturbios' o 'Condena' que parece que han salido así de forma innata, por talento, instinto, casualidad o providencia, siendo la consecuencia lógica y natural de haber hecho las cosas mejor que bien. Si es una "gran serie" no es porque haya salido así, sino porque no había ninguna otra opción, ni en este ni en ningún otro universo. Con alevosía y premeditación, lo que provoca que a menudo se revuelque, con mucha, mucha seriedad en su propia genialidad como un cerdo en la mierda.

Que se mire más de la cuenta en el espejo como sospechamos que Cristiano Ronaldo se mira en el espejo. Ese punto en donde el respetable orgullo se convierte en molesta vanidad.

Dicho esto, lo cierto es que hay motivos para que se guste al mirarse al espejo: Que esté obligada a serlo no quita para que efectivamente, lo sea. 'El ferrocarril subterráneo' es una (mini)serie que está muy bien hecha a todos los niveles, con una dirección de fotografía o una banda sonora espectaculares. A lo largo del viaje no son pocos los momentos realmente brillantes que nos regala Barry Jenkins, cineasta que ha demostrado con creces merecer ser conocido por algo más que por aquel Oscar que 'Moonlight' ganó de rebote (y tras consultarlo con el VAR).

Un estupendo cineasta que sorprende que haya escogido la precuela de 'El rey león' como siguiente paso en su carrera. Quizá, para no sentirse tan obligado, presionado o exigido como ante esta adaptación de la obra de Colson Whitehead cuya hondura y gravedad no se cogen un solo minuto de descanso. Esta intensidad dramática es lo que socava (sólo) en parte la "grandeza" de una serie que no siempre juega a su favor: Si la sombra es lo que da valor a la luz, 'El ferrocarril subterráneo' carece de sombra que matice el cegador brillo de su luz.

Esto es, que al igual que el 'Barry Lyndon' de Stanley Kubrick resulta bella y admirablemente pesada, parsimoniosa, agotadora. Una producción "muy pagada de sí misma" que no está para ser una cualquiera, pasar el rato, verse del tirón o en el móvil. La posteridad es su objetivo y un museo su salón, siendo que estaría en el mismo cielo (o infierno) que 'Demasiado viejo para morir joven' o la 3ª temporada de 'Twin Peaks'. Series para gourmets, reconocibles, inconfundibles y virtualmente únicas para gente que no quiere mirar, sino poder admirar.

Para entendernos, el tipo de serie muy bien hecha y mejor interpretada con la que HBO hizo carrera. 'El ferrocarril subterráneo' no está para entretenernos, sino para removernos por dentro y ser importante. Relevante. Trascendente. Admirada. Aclamada. Es su destino, su obligación. Una serie estupenda (sobre todo en apariencia) que ansia nuestra devoción como espectadores de forma constante y absorbente. Que no lo pone fácil aunque una vez superado lo difícil, es fácil admirarla por lo que quiere, necesita y está obligada a ser, y además es.


Por Juan Pairet Iglesias
@Wanchopex


El ferrocarril subterráneo

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